Unos 8000 españoles de las dotaciones de la Gran Armada naufragaron en las costas de Irlanda. Algunos se ahogaron o fueron asesinados por patrullas inglesas, otros sobrevivieron. Francisco de Cuéllar fue uno de ellos, poniéndose al servicio de los católicos irlandeses. Hilo.
Al naufragar el galeón en el que se encontraba Cuéllar en la playa de Streedagh, éste llegó a la orilla agarrado a un tablón de madera. Sobrevivió a la matanza de los supervivientes por las patrullas inglesas, consiguiendo esquivarlas, al arrastrarse hasta unos matorrales.
En su camino se encontró a otro superviviente que había sido saqueado, desnudo, y ambos se alejaron de la playa para toparse con dos saqueadores, posiblemente trabaron combate y en el lance fue muerto el español, pudiendo huir Cuéllar en dirección a la Abadía de Staad.
Al llegar a esta iglesia para buscar refugio y acogerse a sagrado, halló a 12 de sus compañeros ahorcados, habiendo huido los monjes del lugar. La pequeña iglesia había sido incendiada por los ingleses supuestamente por haber acogido y atendido a los náufragos españoles.
Los historiadores irlandeses sugieren que sería en realidad la actual iglesia de Ahamlish, más al norte de la playa, y cerca de la que se sitúa el “Gáirdín a ‘Bhádh”, “el jardín de los ahogados”, en la tradición oral irlandesa. Por lo que Cuéllar habría tenido que caminar más.
Una mujer irlandesa que lo encontró malherido le convenció para que se alejara del camino, evitando así a los ingleses. Poco después, halló a dos soldados españoles, despojados de ropas, que le informaron de que los ingleses habían matado a los 100 españoles que habían capturado.
Se aproximaron los españoles a la playa para ver el desolador paraje con 400 cadáveres en la arena. Dieron sepultura a dos oficiales españoles, espantando a los rapiñeros locales. Un irlandés les ayudó entonces, llevando a los españoles a su poblado cercano.
Descalzos, atravesaban un bosque cuando se toparon con dos irlandeses que viajaban con un viejo y una joven. Sin saber los motivos, atacaron a Cuéllar, que recibió un corte en una pierna al resistirse a ser despojado. Le quitaron su ropa, una cadena de oro y 45 coronas de oro.
Fue entonces cuando el viejo intervino y les reprendió, la mujer le devolvió su ropa. Un muchacho irlandés le curaró sus heridas y le llevó algo comida. Cuéllar siguiendo el consejo del joven, no se acercó al poblado, alimentándose los días siguientes de bayas y berros.
Al alejarse desorientado del pueblo, fue atacado nuevamente por otro grupo de saqueadores, que le apalearon y le robaron cuanto poseía, incluyendo su ropa. Se cubrió entonces con un faldón de helechos y ramas y consiguió llegar a un poblado desierto donde halló a tres españoles.
Estuvieron un tiempo en este lugar, curando sus heridas y descansado, y posteriormente inciaron la marcha. La fortuna quiso que se encontrasen a un joven que hablaba latín, a quien explicaron su situación. Éste les llevó a las tierras del señor Brian O'Rourke, líder católico.
Las tierras de O'Rourke se encontraban en el actual Condado de Leitrim, zona católica segura. En el pueblo hallaron refugiados a otros 60 españoles. Allí oyó Cuéllar que había un barco español anclado, más al norte, recogiendo a náufragos. Juntó un grupo y fue en su busca.
Sin embargo, el barco ya había partido y se vieron forzados a regresar al poblado con el resto de españoles. Allí se presentaron a la señora del lugar, la esposa de O’Rourke, Lady Mary, que fue su anfitriona y les trató bien y les dio de comer.
Cuéllar observó la sociedad irlandesa, escribiendo en sus notas que “esas gentes vivían de modo salvaje, pero que eran amistosos y seguían los usos de la Iglesia”. Reconociendo también que de no ser por su hospitalidad, él y sus compañeros no habrían sobrevivido.
Con la llegada del invierno, en noviembre de 1588, se despidió Cuéllar de los O’Rourke, que más tarde levantarían una rebelión católica, y partió al territorio de MacClancy con 8 españoles. Llegó finalmente al castillo del señor de Rosclogher, en la orilla sur del lago Melvin.
Una vez allí, recibieron nuevas de que los ingleses habían enviado 1700 soldados para darles caza. Ante tales noticias el señor optó por huir a las montañas, pero los españoles se negaron, defendiendo el castillo. Tenían 18 armas de fuego, entre pistolas, mosquetes y arcabuces.
Los ingleses llegaron al mando del hermano de Richard Bingham, gobernador de Connacht con la intención de sitiarlo, pero Cuéllar había examinado el castillo, considerándolo inexpugnable, ya que su ubicación en tierra alta evitaba el uso de eficaz de la artillería inglesa.
A los intentos de asalto de los ingleses, los españoles hacía un fuego muy vivo, resistiendo las embestidas. Los ingleses no pudieron cruzar el terreno y tras rechazar la oferta de salvoconducto, ahorcaron a dos españoles a la vista para aterrorizar a Cuéllar y a sus hombres.
Tras 17 días de sitio, los ingleses se vieron forzados a levantar el sitio a causa del mal tiempo y de las bajas sufridas a manos de los letales tiradores españoles. MacClancy regresó al castillo con dádivas para los defensores, incluida la oferta de matrimonio de su hermana.
Cuéllar gentilmente la declin y contra los deseos del señor, los españoles partieron de estas tierras, 10 días antes de Navidad, dirigiéndose al norte. Alcanzaron Derry donde supieron que el obispo, Redmond O'Gallagher, había acogido a otros 12 supervivientes españoles.
El obispo estaba intentando ayudar a los españoles a llegar a Escocia y 6 días más tarde, Cuéllar y los otros 17 hombres zarparon. Dos días después llegaron a las Hébridas y poco después la costa escocesa. Cuéllar permaneció en Escocia durante 6 meses buscando pasaje.
Finalmente los esfuerzos del Duque de Parma le consiguen pasaje para Flandes. Sin embargo los holandeses los aguardaban en la costa y el barco de Cuéllar naufragó, ahogándose o siendo matados los supervivientes. Se halló nuevamente en una situación similar a la de Irlanda.
Cuando entró en la ciudad de portuaria de Dunquerque, sólo tenía su camisa. De allí viajó a Flandes donde estuvo algunos años más, sirviendo a las órdenes de Alejandro Farnesio, el conde de Fuentes y el de Mansfeld durante los años siguientes.
Entre 1589 y 1598 participa en el Socorro de París, las empresas de Laón, Corbel, Capela, Châtelet, Dourlens, Cambrai, Calais, Ardres y el sitio de Hults. Y entre 1599 y 1600, bajo mando del duque de Saboya, en la guerra del Piamonte. En 1600 pasará a Nápoles.
En 1601 se le destina como capitán de infantería de Tercios en uno de los galeones con destino a las islas de Barlovento, Antillas, embarcando hacia Indias con la flota el año siguiente. Siendo éstas las últimas campañas militares conocidas del capitán Cuéllar.
Posteriormente, entre 1603 y 1606 fija su residencia en Madrid a la espera de nuevos destinos y es posible que volviera a América en 1607. Sin embargo, sobre si dejó familia o dónde o cuándo murió sigue siendo un misterio. Esta es la vida del capitán Francisco de Cuéllar.
Tanto O'Rourke como MacClancy fueron ejecutados por levantar una rebelión y por socorrer a los españoles. Anecdóticamente existe en Irlanda la “Cuéllar’s Trail”, una ruta que sigue los pasos y el trayecto de Cuéllar desde su naufragio hasta su llegada a Derry.
Sirvan estos dos hilos como homenaje a los españoles naufragados en Irlanda, a los irlandeses que los socorrieron y al hermanamiento católico hispanoirlandés.

Láminas de Parrilla, Salas y otros.

Gracias por leer.
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