¿Es la violación un acto de lujuria, o de poder?

¿Por qué los violadores no se reconocen como tales?

¿Por qué se sigue culpabilizando a las mujeres que sufren una agresión sexual?

⬇️ABRO HILO⬇️
Las agresiones sexuales son probablemente el arquetipo de violencia donde mas se responsabiliza a la mujer. Sufrimos una doble culpa: la de no haber podido prevenirla (No tuve suficiente cuidado) y la de haber quedado rota tras el suceso (Nadie querrá estar conmigo).
Por una parte, se acusa a la víctima de haber provocado de alguna manera la violación. «La prueba -dice Virginie Despentes en su libro Teoría King Kong-. Si verdaderamente hubiéramos querido que no nos
violaran, habríamos preferido morir, o habríamos conseguido matarlos».
Esta culpa toma muchas formas: puede que estuvieses
en el lugar equivocado, que llevases ropa demasiado corta o que tu actitud no fuese lo suficientemente recatada.
¿Te vestiste así y no querías tener sexo? ¿Estás segura? En el imaginario masculino, la mujer que hace ostentación de su sexualidad o su belleza está alardeando de un poder del que ellos carecen. El poder del sexo. Si ella quisiese, podría ceder a tu deseo. Pero no quiere.
Así, llevar una falda corta o actuar con coquetería se convierten en una suerte de agresión. ¿Pero cómo puede atreverse a mostrar la mercancía si después no me va a dejar tocarla?
«Una chica guapa, muy joven y muy guapa, es una especie de violencia. [...] 'La belleza es una promesa de felicidad', como dijo Stendhal. Los hombres saben que lo más probable es que esa promesa no se cumpla, y eso les hace sufrir» dice la escritora Nancy Houston
«Aun cuando la mujer guapa no suscite su deseo a propósito, suelen vivirla [...] como una provocación. Consciente o inconscientemente, pueden considerarla “culpable” de ser guapa» Continúa Houston. Tú, mujer, tienes el sexo. Pero yo tengo la fuerza, y sé cómo utilizarla.
El veredicto es claro: No, la agresión sexual no es una consecuencia de la lujuria desenfrenada, sino un acto simbólico de poder.
Es este simbolismo, este conjunto de creencias, el que hace que los violadores nieguen sistemáticamente su delito. Cuando escuchamos sus declaraciones en los procesos judiciales, nos damos cuenta de que muchos de ellos realmente piensan que no han violado a nadie ¿Cómo puede ser?
Intentan evadir su responsabilidad indicando que la culpa es de la víctima. Frases como «Iba provocando», «Se estaba haciendo de rogar» o «En el fondo, le apetecía» se escuchan en las bocas de los agresores. De alguna manera consiguen excusarse a sí mismos y a su conciencia.
«No ha sido una violación, era una puta que no se asume y a la que él ha sabido convencer» afirma Despentes.
Por si esto no es suficiente, también se culpabilizará a la mujer que se reponga tras una agresión sexual. Nuestros referentes nos han dicho que después de una violación la mujer queda rota, destrozada, inservible.
Te lo repiten hasta la saciedad: tu sexualidad y tu deseo quedarán malogrados, y los hombres que estén a tu lado se volverán locos de dolor y de celos cuando se enteren.
Abordar las agresiones sexuales como un evento que marcará la vida de la mujer hasta el fin de
sus días («Una de las peores cosas que te pueden pasar en la vida») fija a quien la sufre en el trauma. Y sin embargo, nos esforzamos en culpabilizar a aquellas que saben recuperarse.
Con semejante perspectiva, nuestra única salida ha sido no hablar de ello. Tal vez poniéndole otros nombres («Se pasó un poco de la raya»). O incluso justificando la agresión («Yo le incité»). Siempre evadiendo la palabra, esa que tanto nos quema la boca: «Me violó».
Es una manera de restarle peso a la violencia sufrida e intentar continuar con tu vida como si no hubiese pasado nada. El silencio hace daño, pero si las víctimas deciden callar es por miedo a tener que librar una nueva batalla, esta vez contra la sospecha y el estigma.
Nuestro cuerpo se convierte en objeto de deseo y, al mismo tiempo, objeto de culpabilidad. Somos las causantes de que los hombres no puedan reprimir su lujuria y por eso también somos responsables de que nos agredan. De nuevo, la idea de la mujer como una tentación incontrolable.
(Sobre la idea de la mujer como tentación ya os estuve dando la chapa el otro día: https://twitter.com/AmarnaMiller/status/1356325492656373760?s=20 )
El silencio, la omisión, el estigma, la culpa... todos sanos herederos del machismo. Y así es como se crea el mecanismo que culpabiliza a las víctimas.
El tema es infinito, así que he tenido que resumir. Espero que el hilo os haya gustado ✨Toda la info está sacada de mi libro "Virgenes, esposas, amantes y putas" 💜 Lo podéis encontrar en:

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