Nuestro profe de lingüística clínica nos está hablando de los trastornos del lenguaje, y nos ha dicho que las patologías que afectan a la producción oral (apraxia, dislalia, disartria, disglosia...) tienen su correspondencia en lengua de signos y reciben el nombre de disminias.
Esto es muy importante porque las disminias (sean de causa orgánica o de causa funcional) han sido mucho menos estudiadas que las dislalias y otra serie de trastornos del lenguaje y su uso. Se ha llegado a considerar que las personas sordas son discapacitadas en producción.
Pero eso es absolutamente falso. La competencia lingüística de las personas sordas es la misma que la de las personas no sordas, las lenguas de signos son tan lenguas como las lenguas fónicas. Y existen trastornos específicos que afectan también a la producción sígnica.
Si una persona sorda sufre una afasia de Broca y/o transcortical, se va a ver afectada en su producción lingüística tanto como una persona usuaria de una lengua fónica, porque la producción de sonidos o gestos tienen muchas semejanzas en su procesamiento neurobiológico.
Además, si una persona sorda tiene afectados sus brazos o sus manos, y ello condiciona sus gestos, se habla de una disminia de causa orgánica como se habla de disglosias, o de paladar hendido, o labios leporinos, que también dificultan la expresión oral.
Es importante que los y las lingüistas no tengamos sesgos fonocentristas con respecto al lenguaje. Las lenguas de signos existen. Y ello hace que la sociolingüística, la lingüística clínica, la pragmalingüística, la semántica, la sintaxis... se centren en ellas, como es natural.