Alfonso XIII es TT por un artículo publicado en el ABC. Voy a dejaros unas reflexiones sobre el personaje, y voy a utilizar sobre todo “Alfonso XIII, un político en el trono” donde varios autores hablan sobre su figura.
Alfonso XIII es una figura controvertida y con múltiples capas. También tiene una evolución grandísima a lo largo de su reinado. Para comenzar, cuando se sentó en el trono, estaba en la corriente mayoritaria del pensamiento español, el Regeneracionismo.
También se le consideraba un Rey próximo a los liberales, tanto es así que estos consideraban que el Monarca les pertenecía. Dentro de este partido, Canalejas buscó que Alfonso XIII fuera un sujeto activo en la política.
Por otro lado, los conservadores y en especial Maura, buscaron un Rey que estuviera por encima del juego político, un símbolo del sistema y de España. Cabe decir que ambos jamás llegaron a entenderse y es al único político que jamás tuteó.
Por su educación, Alfonso XIII estaba cerca de los militares, esto era obra no ya de su reinado, sino del propio Cánovas del Castillo que hizo de Alfonso XII el Rey-Soldado para evitar que los militares en política como ocurrió con Isabel II.
Al comienzo de su reinado, se le consideró como alguien moderno, siendo una palabra que usaba mucho para describirse, esto se circunscribe a la introducción de los deportes como el tenis o el polo y la utilización de coches.
En esta época, Alfonso XIII jugó su papel constitucional e incluso medio dentro de los partidos eligiendo a los líderes de los mismos en conveniencia. Era el cosoberano junto al pueblo español y la Constitución de 1876 le daba múltiples poderes.
Todo acto del monarca debía estar refrendado por un Ministro para tener validez pero tenia la posibilidad de disolver las Cortes y ciertos nombramientos que no dudó en usar.
La siguiente fase de Alfonso XIII se puede observar desde 1917. Una conjunción interna, como es la crisis de ese verano de las Juntas Militares, los diputados reunidos en Barcelona y la huelga general, unido a la Revolución Bolchevique le llevaron al Catolicismo y el Ejército.
Frente a su madre María Cristina que durante su regencia convirtió el Palacio Real en un lugar lleno de celebraciones religiosas, Alfonso XIII no fue antes de esta fecha especialmente religioso, acudiendo en ocasiones espáciales como al lavado de pies del Jueves Santo.
Pero se observan cambios como la Consagración de España al Sagrado Corazón en 1919, o el discurso ante el Papa donde estableció que España estaría dispuesta a embarcarse en una cruzada si así lo pidiera el Sumo Pontífice.
Para esta época, desconfiaba de los Partidos, que estaban ya más cerca de facciones, y de las elecciones, que no representaban la voluntad popular. Se arrogó para sí mismo como para el Ejército la interpretación de la voluntad popular. Esto sin olvidar que era cosoberano.
Tenía miedo a una Revolución como la Rusa que acabara con él muerto como le había ocurrido al Zar. Esto le llevó a no alejarse de Primo de Rivera cuando este dio un golpe de estado que puso fin al sistema liberal.
El monarca despidió de malas formas tanto al Conde de Romanones como a Melquíades Álvarez, en tanto que eran Presidentes del Senado y del Congreso. Alfonso XIII se escudó en que él debía defender a España, que estaba por encima de la Constitución, la cual había jurado.
La figura del Rey quedó unida a la del Dictador, y aunque en los primeros compases estuvieron bien avenidos, a medida que el segundo opacaba al primero, se fueron alejando. A esto también contribuyó la Corte. Por otro lado, muchos políticos dieron la espalda a Alfonso XIII.
La desafección vino de todo el espectro político, tanto liberales como Niceto Alcalá-Zamora como el conservador Sánchez Guerra que declaró “No más servir a señores que en gusanos se convierten”.
Para este momento, la intelectualidad española estaba completamente en contra de la Monarquía. Pese a los intentos de acercarse a ella en la década de 1910, figuras como Marañón, Ortega y Gasset, Unamuno o Azaña estaban militando fuertemente en el republicanismo.
A la caída del Dictador fue un momento de incertidumbre, no se sabía si volver a lo anterior, si hacer una nueva Constitución o que camino coger. Era 1930, y la Democracia no estaba en sus mejores momentos en el continente europeo, planteándose la opción autoritaria.
Se intentó incluso un nuevo turno, con Cambó en la derecha y Santiago Alba en la izquierda. Este quiso que los republicanos y socialistas entrarán en un posible gobierno y no lo consiguió por lo cual el proyecto quedó en nada.
Y llegaron las elecciones de 1931, desde el poder se decidió que estas fueran municipales para calcular el estado y medir la temperatura del país. No así la oposición que las vio como un plebiscito para unas Cortes Constituyentes.
Desde el Ministerio de Gobernación no se hizo una gran campaña, dando por sentado que la masa rural daría la victoria y ganarían la mitad de las provincias. El crecimiento económico había cambiado las sensibilidades políticas y no se perdonaba el posicionamiento de Alfonso XIII.
Finalmente fueron las elecciones donde apenas se ganaron capitales, viendo el país fuertemente dividido entre unas masas rurales donde los caciques mantuvieron más o menos la situación y las ciudades donde ganaron los republicanos. Al final se acabó proclamando la República.
Hubo diferentes enfoques entre los monárquicos. Por un lado, el Duque de Maura habló con su hermano para saber que pedían los republicanos, que era la abdicación del Rey. De la Cierva quería la resistencia del Rey, pero el General Sanjurjo se posicionó con la República.
Llegados a este punto, Alfonso XIII salió rumbo a Cartagena y de ahí a Francia. Durante el exilio, buscó justificar sus actuaciones por el bien de España. Mientras tanto en las Cortes Republicanas le hicieron un juicio donde solamente Romanones le defendió.