Inicio el segundo hilo sobre la revuelta irlandesa de 1593/1594-1603. Recordemos que en la primera parte vimos el inicio de la rebelión encabezada por Hugh O’Neill y el papel que empezó a jugar la monarquía de Felipe II.
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Hoy veremos cómo la rebelión se extendió por toda la isla de Irlanda y por qué las autoridades inglesas a alturas de 1599 habían perdido prácticamente todo el control de la isla.
En primer lugar, recordemos que la guerra había ido expandiéndose desde la zona de Ulster hacia la región de Connacht y el norte de Leinster, en las proximidades de la Empalizada (zona controlada directamente por las autoridades inglesas en la isla).
En el año 1596 se firmó una tregua que tanto irlandeses como ingleses emplearon para reabastecerse y mantenerse informado de los movimientos del enemigo. A partir de ese momento, O’Neill aprovechó treguas como la de 1596 para forjar nuevas alianzas con otros señores de la isla.
A inicios de 1596 ya se le habían unido los O’Kelly de Roscommon, los O’Farrell de Longford y los O’Reilly de Cavan.
Además, el conde de Tyrone también hizo uso de la tregua para asegurarse el aprovisionamiento de armas y munición para los siguientes meses de conflicto. Por ejemplo, es destacable la importación de grandes cantidades de pólvora desde Escocia en el mes de mayo de 1596.
Asimismo, Hugh O’Neill guardaba esperanzas en el envío de tropas españolas el mismo año. Ya que desde abril Felipe II estaba preparando una expedición en dirección a la isla para socorrer a los rebeldes irlandeses, en venganza por el asalto inglés a Cádiz de 1596.
En Lisboa se llegaron a acumular 84 embarcaciones de todos los tamaños con 10.790 hombres, más 2.500 hombres llevados por 30 embarcaciones desde Sevilla y 6.000 soldados en Vigo.
La esperanza de dicho desembarco movió a Hugh O’Neill a dirigirse a la provincia de Connacht con el objetivo de unirse a la fuerzas expedicionarias hispanas una vez desembarcaran en la costa oeste de la isla, entre otras cosas.
No obstante, el desembarco español no se materializó nunca, ya que Felipe II decidió desviar el contingente hacia la Bretaña francesa, concretamente hacia el puerto de Brest, en el contexto de las guerras de religión en Francia, en las que España dio su apoyo a la Liga Católica.
A finales de octubre la expedición partió de la Península, pero una repentina tormenta diezmó a la flota y causó el hundimiento de 14 embarcaciones y la muerte de 3.000 hombres.
A inicios de 1597, la monarquía inglesa tomó la decisión de nombrar Lord Deputy de la isla a Thomas Burgh, quien era partidario de aplacar la rebelión de Tyrone atacándole en el centro de sus territorios, la provincia de Ulster.
No obstante, a largo plazo esta estrategia no dio resultados importantes y solamente sirvió para construir un nuevo fuerte a orillas del Blackwater. Además, el propio Burgh murió por enfermedad unos meses más tarde cuando los confederados asediaban la fortificación.
A finales de 1597, la corona inglesa y O’Neill acordaron un alto al fuego, con el que ambos bandos miraron de atraer el máximo de señores irlandeses a su causa y reabastecerse de armas y equipamiento militar.
Las treguas temporales y los alto al fuego eran una baza que O’Neill siempre utilizó esperando que las tropas enemigas restaran inactivas y por tanto mantuvieran un consumo de recursos sin poder realizar actos de saqueo en poblaciones para poder abastecerse.
El capitán Dawtrey, al servicio de Isabel I, afirmó que la paz de 1597 no había debilitado a los irlandeses, sino que ahora eran “más capaces de mantener la guerra que antes de que dicha tregua fuese firmada”.
La tregua se alargó hasta junio de 1598. Llegado este punto, el comandante inglés Sir Henry Bagenal se dirigió a Ulster con una fuerza de 3.500 infantes y 300 jinetes y 4 piezas de artillería, llegando a Armagh e el 13 de agosto.
Hugh O’Neill había conseguido reunir un contingente de 4.000 y 5.000 hombres a pie y 600 jinetes, que para el 14 de agosto estaba esperando al ejército inglés en Yellow Ford.
Mapa de @neilojim1972
El enfrentamiento se saldó con la victoria de los irlandeses, que aprovecharon el factor sorpresa, el terreno del campo de batalla y el adiestramiento en las tácticas de escaramuceo y de disparo continuo para provocar el caos y el desconcierto entre las filas enemigas.
Al final de la batalla, 300 hombres del ejército de Bagenal desertaron y se unieron a O’Neill, mientras que tan solo 2.000 pudieron volver a Armagh, no sin ser hostigados por la caballería irlandesa. La parte restante pereció a lo largo de la batalla.
Dicha derrota supuso la dispersión del mayor contingente al servicio de Inglaterra, y los límites de la Empalizada quedaron desprotegidos. Situación que fue aprovechada por los nobles irlandeses que hasta el momento habían dudado del éxito de la revuelta para unirse a O'Neill.
Los líderes rebeldes O’Neill (conde de Tyrone) y O’Donnell(conde de Tyrconnell) llevaban tiempo intentando que los nobles de Munster se unieran a la rebelión. Y en una carta de 1596 se les instaba unírseles para asistir “la religión católica de Cristo” y “la causa justa de Dios”
Por otro lado, la extensión de la rebelión a la provincia de Munster se vio propiciada por la adhesión a O’Neill de James Fitzthomas, quien reclamaba el título de conde de Desmond (abolido en 1582 después de una rebelión) el cual más tarde le fue garantizado por el propio O’Neill
Llegado este punto, podría parecer que el éxito de los confederados se debía únicamente al buen entrenamiento y habilidad de la tropa. No obstante, hubo otros factores trascendentes como los sistemas de abastecimiento logístico,…
y la red de alianzas tejida por O’Neill, garantizadas a la vez por el apoyo militar, financiero y económico que el propio O’Neill aseguraba a sus aliados para asegurarse su lealtad.
En el año 1599 la reina Isabel I decidió poner al cargo para sofocar la revuelta a Robert Devereux, conde de Essex, veterano que había participado en algunas campañas en los Países Bajos en favor de los rebeldes neerlandeses y en el asalto inglés a Cádiz en 1596.
En tiempos de Essex el ejército real en Irlanda llegó a componerse de 16.000 hombres a pie y 1.300 caballos y en verano de 1599 se esperaban reclutar otros 3.300 con una leva. Se trató del mayor contingente inglés desplazado a la isla durante todo el conflicto.
En el mes de mayo el conde de Essex inició una campaña que se alargaría hasta el mes de julio y que tenía por objetivo pacificar la provincia de Munster.
Ese mes, el conde de Essex y su ejército tomaron rumbo sur-oeste, y en su paso por Cashel el 17 de mayo fueron atacados por los confederados irlandeses, aunque tuvieron muy pocas bajas. Después del encuentro se dirigieron al sur, donde tomaron el castillo de Cahir.
Después de la toma del castillo, el ejército de Essex marchó hacia Limerick, donde tuvieron un encuentro militar en Finnerstown con las tropas confederadas del noble O’Sullivan Beare, noble de Munster que se había adherido recientemente a la revuelta.
Cuadro: O'Sullvian Beare
Tras el encuentro, Essex marchó hacia el sur en dirección a Fermoy, población a la que llegó el día 15 de junio. A estas alturas los suministros empezaban a escasear, por lo que decidió empezar a retroceder a través del condado de Waterford, llegando a Dungarvan el 20 de junio.
En su retorno a Dublín, los soldados de Essex saquearon las poblaciones cercanas en manos de señores confederados. Al llegar a las proximidades de Arklow a finales del mes de junio fueron emboscados en varias ocasiones por los O’Byrne de Wicklow.
El historiador James O’Neill considera que Essex poseía el número suficiente de tropas como para, en vez de hacer una incursión en la provincia de Munster, realizar una ofensiva en el corazón del territorio rebelde, Ulster.
¿Por qué entonces se tomó la decisión de atacar primero los territorios de Munster? Se dice que probablemente fuese por la posible amenaza de un desembarco hispano en esa región a alturas del año 1599, entre otros motivos.
Con los efectivos reducidos y diezmados después de la campaña de Munster, el conde Essex decidió emprender la marcha hacia el norte el mes de agosto de 1599.
En ese momento Tyrone podía disponer de 6.000 hombres para rechazar la ofensiva de Essex, que solamente contaba con 4.000 hombres listos para marchar, y solamente 2.000 tenían armas de fuego.
Si Essex decidía emprender la marcha para establecer una fortificación en Blackwater o Armagh podría verse visto superado en número por Hugh O’Neill. No obstante, debido a las presiones que recibía de Londres para tomar la iniciativa, el 28 de agosto se puso en camino.
El ejército real contaba con 3.200 hombres y 360 caballos, que se reunieron cerca de Kells. El plan del conde era el tomar Cavan y construir una fortificación. Pero el peligro que suponía alejarse tanto de la Empalizada hizo que Essex se decantarse por construirla en Kells.
Además, la situación ya era suficientemente grave como para adentrarse en territorio de los confederados, que sabían sacarle partido a los terrenos boscosos y orográficamente complejos para realizar emboscadas letales.
A ese factor, hay que añadirle que el día 15 de agosto el ejército del representante de la Corona en Connacht, Sir Conyers Clifford, había sido aniquilado en una emboscada del ejército de Hugh O’Donnell en Curlew Pass, cerca de Boyle, perdiendo la mayor parte de su ejército.
De modo que Essex, viéndose superado en número por Hugh O’Neill, y sin tropas leales a la Corona cerca que pudieran socorrerle en territorio enemigo, sin posibilidad de realizar un retorno ordenado hacia Dublín, decidió firmar una tregua con el conde de Tyrone.
¿Cómo fue posible que Essex, quien hasta la fecha había contado con el mayor contingente de tropas para oponerse a los rebeldes irlandeses, decidiera otorgarle una tregua a Hugh O’Neill?
1. Un enfrentamiento con las tropas de O’Neill podía significar la derrota y en consecuencia, la zona de la Empalizada quedaría desprotegida.
2. La tregua permitiría cosechar los campos y volver a plantar cultivos sin el miedo a saqueos e incursiones violentas de los confederados.
No obstante, al firmar la paz con O’Neill el conde Essex no tuvo en cuenta que, en lo que llevaban de conflicto, las treguas siempre habían beneficiado a los rebeldes, permitiéndoles crear nuevas líneas de suministros y mantener las alianzas con otros señores irlandeses.
Por parte de la Corona, lo que se percibía era la incapacidad para salir exitosa en los enfrentamientos contra los irlandeses. Los fracasos ingleses se explicarían por fallos fundamentales en relación a las tácticas usadas para enfrentarse a los irlandeses en su propio territorio
Además, habría que añadir el factor de que la mayor parte de los oficiales reales no tomaron consciencia de cómo había evolucionado en tan poco tiempo el modo de guerrear de los irlandeses en comparación a hacía veinte años.
Un ejemplo de ello ya lo expliqué en el primer hilo, y guardaba relación con la mayor capacidad de movilidad de las tropas confederadas, que podían marchar grandes distancias en territorios difíciles en poco tiempo, en relación a las inglesas.
Este elemento quedó demostrado en encuentros militares como el de Ford of the Biscuits (1594), Clontibret (1595) y Wicklow (1599), donde las expediciones inglesas demostraron su incapacidad de luchar alejadas de los caminos y rutas.
A esto habría que añadir la reducida movilidad de las tropas inglesas en un territorio extraño donde las inclemencias del tiempo podían convertir caminos en lodazales impracticables, donde el equipamiento pesado resultaba más un lastre que una ayuda.
No obstante, habría que dar mérito también al lado irlandés, que liderado por Hugh O’Neill supo mantener una densa estructura de lealtades entre los señores irlandeses, cosa que no era fácil debido a la tendencia al faccionalismo y al cambio de fidelidades puntual.
Para terminar este hilo voy mencionar un aspecto clave que también habría que tener en cuenta para entender el éxito de los rebeldes irlandeses. Se trata de la ayuda militar y logística española a los rebeldes irlandeses.
Aunque es cierto que el conde de Tyrone conseguía grandes cantidades de Pólvora a través del comercio con Escocia, la necesidad de este material era insaciable para O’Neill, por lo que en las cartas que escribía a la corona española solía demandar esos materiales.
La ayuda española en armas, municiones y dinero supusieron un empuje de moral para los irlandeses confederados y una evidencia de un vínculo estrecho entre los señores irlandeses con la mayor potencia militar europea.
En el próximo hilo vamos a ver la reorganización del ejército inglés en Irlanda y la intervención española en Kinsale en 1601-1602.
Fuentes bibliográficas📚:
- Neill, James (2017). The Nine Years War, 1593-1603 : O'Neill, Mountjoy and the military revolution. Dublin, Ireland Portland, OR: Four Courts Press.
@neilojim19
- Recio Morales, Óscar (2002). El socorro de Irlanda en 1601 y la contribución del ejército a la integración social de los irlandeses en España. Madrid: Ministerio de Defensa, Secretaría General Técnica, Centro de Publicaciones.
- Del mismo autor (2004). “«Una nación inclinada al ruido de las armas», la presencia irlandesa en los ejércitos españoles, 1580-1818: ¿La historia de un éxito?”, Tiempos Modernos: Revista Electrónica de Historia Moderna, 10.
- De Mesa, Eduardo (2016). The Irish in the Spanish Armies in the Seventeenth Century, Woodbridge, Boydell Press, 2014”, Espacio, tiempo y forma. Serie IV, Historia moderna, 29, pp. 327-330.
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