Los que me seguís sabéis que me fascina el Wall Street de los 80, cuando los bancos de inversión abrieron sus divisiones de M&A y dieron el pistoletazo de salida a la época dorada de las OPAs hostiles. Tiempo en el que se forjaron los titanes del M&A de la actualidad.
Fue en aquellos años cuando Michael Milken, banquero en Drexel Burnham (una firma white-shoe de Wall Street en horas bajas), cambió las reglas de lo que se conoce como la “Corporate America” (la América de los negocios).
Milken puso a disposición de compañías con limitada capacidad de endeudamiento (sin calificación crediticia positiva o “investment grade”) toda su artillería de bonos de alto rendimiento (popularmente conocidos como “junk bonds” o bonos basura)
Lo único que tenían que hacer esas empresas para recibir una financiación sin apenas obligaciones (covenants) era pagar a los compradores de sus bonos un elevado tipo de interés (high yield) y a Drexel Burnham una enorme comisión por encargarse de la colocación
Antes de la llegada de Milken al mundo de las finanzas corporativas, ningún inversor institucional invertía en bonos sin “investment grade” (BBB+ para abajo, según el rating S&P). Lo que en el mundo de las deuda empresarial se conoce como “basura” (alto riesgo de impago)
Pero cuando estaba en la universidad, Milken se topó un viejo libro de los años 50 que demostraba con datos contrastados que el rendimiento de una cartera bien diversificada en bonos de alto rendimiento era muy superior al de una cartera de bonos de alta calificación crediticia.
Los bonos basura fueron la gasolina que alimentó las grandes compras apalancadas (con deuda) de los 80. Los utilizarían los corporate raiders de la época como Carl Icahn, T. Boone Pickens, Sir James Goldsmith, Oscar Wyatt y Ron Perelman.
En 1985, un desconocido Nelson Peltz (en la actualidad, multimillonario y futuro consuegro de David Beckham), CEO de Triangle Industries (con un patrimonio neto de $50M) lanzaba una oferta de $456M para comprar National Can, íntegramente financiada con bonos basura de Milken
De la noche a la mañana, se reescribieron todas las reglas de supervivencia en la jungla: el débil se podía convertir en el fuerte, y el fuerte en el débil
Por eso, desde 1979, Milken celebraba en el Beverly Hilton de Los Angeles (muy cerca de su oficina, convenientemente ubicada a miles de kms de la central de Drexel en NY) la Drexel High Yield Bond Conference.
Con los años, la conferencia cambiaría su nombre por el más ilustrativo de Predators’ Ball (algo así como El Baile de los Depredadores), nombre que da título al libro del periodista Connie Bruck del que he extraído los textos que acompañan este hilo.
En 1989, Milken sería condenado a 10 años de prisión en el mayor escándalo de tráfico de información privilegiada hasta la época.
Drexel acabó quebrando en 1990, incapaz de afrontar las sanciones impuestas por la SEC y la fiscalía de NY que comandaba un tal Rudolph Giuliani. Fue el final de una época.
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