Mañana hará 10 años que me di de alta como autónoma. Hoy me dado por pensar un poco en mi trayectoria y comparto un hilo de reflexiones, ideas, anécdotas y datos personales varios.
No tengo máster y personalmente creo que, a menos que tengas muy clara la especialización, lo mejor es empezar a trabajar, ver por dónde va la cosa y luego invertir en ese máster/curso que ahora sabes que mejorará tu perfil un montón.
Al año de licenciarme estuve a punto de solicitar un máster de traducción técnica para abrir más puertas. Ahora pienso que habría sido tirar tiempo y dinero, porque ese campo no me llama NADA. ¿Para qué abrir puertas que no quieres abrir?
«La traducción autónoma es una carrera de fondo». Tendría que haber enmarcado este mensaje y colgarlo en la pared. Qué impacientes somos nada más acabar la carrera, oye.
No debes juzgar tus decisiones de hace diez años desde la perspectiva actual, porque hace diez años no tenías ni pajolera de nada y ahora sabes ya cositas (pero tienes menor pajolera que dentro de otros diez años).
Tengo al menos cinco currículos distintos como traductora y hace años que no los actualizo. No envío currículos. Lo de enviar currículos NUNCA me ha funcionado. No sé para qué tipo de clientes o sectores funcionarán, pero a mí esa práctica no me ha dado resultados.
Algo que me parece superimportante para cualquier profesional: hay que responsabilizarse de las cagadas.
1) Lo reconoces.
2) Te disculpas y le dices al cliente cómo lo vas a arreglar.
3) Lo arreglas.
Siempre. No «si cuela, cuela». No hacerse el escurridizo. No dar excusas.
Algunas personas tienen claro lo que quieren; otras tienen claro lo que no quieren. Yo soy de las segundas y os digo que se puede tomar decisiones y avanzar como profesional desde una perspectiva aparentemente negativa.
Precisamente esa perspectiva me ayudó a establecer mis condiciones mínimas de trabajo. Escribí todo lo que no quería respecto a horarios, clientes, comunicación, tarifas, pagos... Creo que es lo mejor que hice el primer año de autónoma a tiempo completo.
Establecer condiciones mínimas no significa que siempre las vayas a cumplir, pero me parece fundamental tenerlas como referencia. En épocas malas, si te planteas aceptar condiciones peores, ayuda a decidir si merece la pena y decidir en consecuencia.
Tuve trabajos no relacionados con la traducción desde 2010 hasta 2014, a la vez que traducía cuando me llegaban cosas y podía. El salto a autónoma a tiempo completo lo di en 2014 cuando combinar las dos cosas se hizo insostenible físicamente.
Tardé mucho en apreciar todo lo que había aprendido en esos trabajos y las competencias transversales adquiridas durante tres experiencias laborales en tres países distintos en tres años. Pues hasta 2014 no me senté a escribir contenido nuevo para la web y dije «ostia».
Hay gente que parece avanzar rapidísimo y otros que vamos (o creemos que vamos) como tortuguillas. Esto no es una carrera. Esto va de ir mejorando, cada uno al ritmo que pueda.
«Si yo lo he conseguido, tú también puedes». Pues, mira, no. Hay gente que empieza con un triciclo y hay gente que tiene una moto. Que, oye, si tienes una moto, móntate, pero no intentes venderme a mí tu rápido y cómodo trayecto en carretera, macho.
No hay que poner a nadie en un pedestal. A nadie. Y menos si no lo conoces en persona. En las redes solo se tiene una ligera idea de cómo es alguien, pero nunca sabes de verdad lo que hay detrás. Lo que hay detrás es el contexto. Y el contexto es todo.
Aunque parezca que especializarse es cerrar puertas, a mí me parece lo contrario. No solo ayuda a darte a conocer mejor y que te recuerden, sino que sirve como puerta de entrada para tus clientes, que después pueden preguntarte si también traduces este otro tipo de textos.
Mi primer proyecto fue a través de una amiga. Traduje el contenido de una web de cruceros. Copiaba el texto original de la propia web en Word. Cobré poquísimo. El cliente no avisó de que quería español cubano e hizo cambios después (e introdujo errores). Pagaron a tiempo.
Mi primer cliente habitual fue una agencia de traducción finlandesa. El primer proyecto fue traducir el folleto de un producto para limpiar establos. Después me enviaron unos 6-8 manuales de inodoros ecológicos. Mi madre se reía de mi «especialización en váteres».
Parecer profesional no te hace profesional (puedes parecer profesional y entregar un churro, pero seguramente casi ningún cliente repita después). Dicho esto, si eres profesional, creo que hay que procurar que la imagen pública vaya acorde al servicio que ofreces. (1/2)
(2/2) No es sustituir profesionalidad por una falsa imagen de profesional, ojo, sino complementar el servicio con una imagen a la altura. No solo ayuda con potenciales clientes que no pueden juzgar tu servicio de otra forma, sino también para que compañeros te recomienden.
Cada uno tiene su porqué para hacerse autónomo. Cuando vayan mal las cosas, piensa en el porqué. A mí me ayuda a recordar lo que no me gustaba de mi situación anterior y lo que hace que esto siga mereciendo la pena.
Tengo el día tranquilo (3 horas de trabajo, un webinar y alguna tarea administrativa) y se me siguen ocurriendo cosas que compartir, así que continúo el hilo.
No tengo número de teléfono en mi web desde 2014. Eso NO significa que mis clientes no lo tengan y que no hable con ellos. Simplemente significa que el primer contacto con alguien que me encuentre en Google, en la lista de jurados o en directorios será por email.
Quité el teléfono de la web en 2014 tras una situación incómoda y estresante que tuve en Sochi con un tío rarito que me daba la brasa, primero en persona y luego por teléfono. Lo quité una noche rápido y sin pensar. Luego lo pensé y así se ha quedado.
¿Perderé clientes por no tener el teléfono en la web? Seguramente. ¿Lo voy a volver a poner? No, porque me sirve de filtro. (1/2)
(2/2) Sirve para filtrar a quienes llaman a todos los jurados de la lista pidiendo presupuesto por teléfono; los que escriben, ponen a 100 en copia y animan a participar en un regateo sin fin. Me es más fácil ignorar emails que llamadas. Y ahora me ahorro las llamadas.
Respecto a idiomas... En la carrera tenía inglés como B y ruso y francés como C. En principio iba por francés (mejor nivel), pero me dio nota para inglés y cambié de opinión al hacer la preinscripción. No me preguntéis por qué. Ahora trabajo solo con inglés.
Creo que siempre te quedan espinitas clavadas y piensas dónde estarías ahora si hubieras hecho esto o aquello. Nunca lo sabrás. Lo que sí sabes es que no estarías donde estás ahora. Y si ahora estás medianamente bien, no merece la pena estar con el runrún de lo que no hiciste.
En mi caso la espinita es no trabajar con el ruso. Es mi lengua del alma, la única que realmente elegí, la más dura, la más bonita. He tardado años en aceptar que no voy a trabajar con ella. Cuando lo hice fue cuando me centré en el inglés y la especialización.
Se puede estudiar una lengua por muchos motivos, pero, si vas a trabajar con ella, procura elegir una por la que estés dispuesto a hacer de todo para alcanzar un nivel que permita traducir cosas especializadas. ¿Te ves viviendo en el país durante años o con una pareja de allí?
Yo quería una lengua de esas raras y «no quedarme solo con inglés» (me río ahora). Estaba entre árabe y ruso, porque me molaba lo del alfabeto distinto, después de varios años de griego antiguo. ¿Sabéis qué me ayudó a decantarme por el ruso? Agarraos: la Enciclopedia Encarta.
La Encarta tenía una función para escuchar una serie de palabras y frases. Que «Zdravstvuyte» fuera como un «hola» y que cuatro fuera «chitiri» (¡chitiri!)... me dejó loca. Decidido, pues. Ruso iba a ser.
Yo hice los deberes, ¿eh? No vayáis a pensar que tiré la toalla pronto. Hice C1 y C2, asignaturas de ruso en mi Erasmus en Estonia, T1, T6 y un cuatrimestre en San Petersburgo. Luego hice un curso en Dublín. Usé el ruso bastante cuando viví en Letonia y me apunté a clases (sigo).
Ya en el Reino Unido hice un curso de nivel avanzado y la mitad del avanzado+ (no había mínimo de estudiantes para seguir). En 2014 me fui de voluntaria a los Juegos Paralímpicos de Invierno en Sochi. Un mes de inmersión total. También dos seminarios en Londres.
Y no es suficiente. Creo que mi nivel real está entre B1 y B2 y con eso no puedo traducir a nivel profesional. No ha podido ser y no pasa nada. No es tiempo perdido. No penséis en vuestras lenguas C como tiempo perdido. Encontrad un nuevo propósito acorde al nivel.
No trabajaré con mis lenguas C, pero eso no significa que las pierda del todo. Les he buscado un nuevo propósito a cada una. Ruso: leer blogs y noticias y (cuando se pueda) viajar. Francés: ver películas. Italiano: leer recetas y hablarlo con amigos.
Llevo 10 años, pero como si llevara siete en realidad, porque traduje de forma esporádica los dos primeros y luego otros dos de forma parcial. Llevo seis a tiempo completo y me falta MUCHO que mejorar en muchas cosas.
Aún no gano la cantidad que me he propuesto como nivel de ingresos medios que me gustaría tener, pero es cierto que no voy mal, teniendo en cuenta mi relación de ingresos y días trabajados al año. Cojo muchísimos días de vacaciones al año e invierto bastante en formación.
Cada vez soy más selectiva con las conferencias, los seminarios y otras cosas a las que me apunto. Día que vas, día que no trabajas, así que más vale que te aporte algo.
Antes iba a ferias de cosas. Ferias de turismo, de exportación, de negocios de la zona... No se me dan bien, así que ya no voy a ese tipo de cosas. Me veía intentando venderme a gente que está intentando venderse. He llegado a ir a ferias y no hablar con nadie. De pena.
Ahora no voy donde mis clientes van a vender sus servicios a sus clientes, sino donde se juntan ellos; voy a sus conferencias, sus charlas, sus seminarios, los saraos de sus asociaciones (de alguna soy miembro y es la mejor inversión). Y voy con mentalidad de aprender.
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